El hombre es salvado por el Vedanta, que es como el rugido
del león: da coraje y determinación, y convierte a uno en héroe. No gimotea, no
aúlla, ni llora, e instila el mayor grado de auto-confianza.
Es la más fuerte armadura contra las flechas del Destino,
un impermeable que protege de la granizada de los placeres sensuales. Es una
cortina que mantiene alejado al mosquito de las preocupaciones, ya que sin él
no podrías conciliar el sueño. Con un corazón saturado de Vedanta eres como una
roca sobre la costa, inafectada por las olas de las tentaciones. El Vedanta
desafía tu espíritu aventurero, tu propia realidad. Aborda ya el tren de la
disciplina espiritual y alcanzarás la terminal que es Jnana (el conocimiento
absoluto de ti y de todo esto). Cuando viajas en tren no te detienes en medio
del camino si una estación te llama la atención. De la misma forma, en el viaje
espiritual las estaciones son Karma (acción), Upasana (contemplación), y el
resto. Tienes que pasar por ellas, pero recuerda que no son la estación
terminal. El término es Realización.
~Sathya Sai, (3/2/1964)
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