PRIMER ADHYAYA
Los estudiantes de Brahma preguntan: ¿Es Brahma la causa? ¿De dónde hemos nacido? ¿Cómo vivimos, y adónde vamos? Oh vosotros que conocéis a Brahma, decidnos, ¿a disposición de quién nos encontramos, ya sea en el dolor o en el placer?
¿Deberían ser considerados como la causa el tiempo, la naturaleza, la necesidad, la suerte o los elementos, o aquel que es llamado la persona (purusha, vigñanatma)? Tampoco puede ser su unión, porque no es independiente, y también el ser es impotente, porque, independientemente de él, existe una causa del bien y del mal.
Los sabios, dedicados a la meditación y a la concentración, han visto el poder perteneciente a Dios mismo, escondido en sus propias cualidades (guna). El, siendo uno, supervisa todas esas causas, el tiempo, el ser y el resto.
Meditamos en él que como una rueda tiene una piña con tres llantas, dieciséis puntas, cincuenta radios, con veinte contrarradios, y seis grupos de ocho; cuya cuerda única es múltiple, que sigue su curso en tres diferentes caminos, y cuya ilusión proviene de dos causas.
Meditamos en el río que contiene aguas de los cinco arroyos, las cuales son bravías y tortuosas con sus cinco manantiales, cuyas olas son las cinco respiraciones vitales, cuyo nacimiento es la mente, y su curso los cinco tipos de percepciones. Tiene cinco remolinos, sus raudales (corrientes) son los cinco dolores; tiene cincuenta tipos de sufrimiento, y cinco ramas.
En esa vasta rueda de Brahma en la que todas las cosas viven y descansan, el pájaro revolotea por todas partes, mientras piensa que el ser (en él) es diferente del motor (el dios, el Señor). Cuando ha sido bendecido por él, entonces obtiene la inmortalidad.
Pero lo que es alabado (en los Upanishads) es el Brahma Supremo, y en él se encuentra la Tríada. El Brahma Supremo es el sostén incólume, es imperecedero. Los estudiantes de Brahma, cuando han conocido lo que existe dentro de este mundo, se convierten en devotos y se funden en Brahma, libres del nacimiento.
El Señor (Isa) sostiene todo esto al mismo tiempo, lo perecedero y lo imperecedero, lo desarrollado y lo sin desarrollar. El ser vivo, no siendo un Señor, se encuentra atado, porque tiene que disfrutar de los frutos de sus acciones; pero cuando él ha conocido al dios (deva), es liberado de todas las ataduras.
Existen dos, uno que conoce (isvara), y el otro que no conoce (giva); ambos sin nacimiento, uno fuerte, el otro débil; existe ella, la no nacida, a través de la cual cada hombre recibe la recompensa de sus acciones; y existe el Ser infinito que aparece bajo todas las formas, pero el mismo es inactivo. Cuando un hombre encuentra estos tres, eso es Brahma.
Eso que es perecedero es el Pradhana (el primero), el inmortal e imperecedero es Hara. El único dios gobierna lo perecedero (el pradhana) y el ser vivo. El meditar en él, el hacerse uno con él trae consigo al final el cese de toda la ilusión.
Cuando ese dios es conocido, se caen todas las cadenas, los sufrimientos son destruidos y el nacimiento y la muerte cesan. De la meditación en él surge, al disolverse el cuerpo, el tercer estado, el del señorío universal; pero únicamente aquel que está solo está satisfecho.
Esto, que descansa eternamente dentro del ser, debe ser conocido; y nada aparte de esto tiene que ser conocido. Conociendo al que disfruta, al disfrutado y al gobernante, todo ha sido declarado triple, y éste es Brahma.
Del mismo modo que la forma del fuego, aunque existe en la maleza, no puede ser vista, ni su semilla puede ser destruida, sino que tiene que ser capturada por medio del palo y de la maleza, así es en ambos casos, y el Ser tiene que ser capturado en el cuerpo por medio del pranava (la sílaba Om).
Haciendo de este cuerpo la maleza de la sílaba Om la madera de lo alto de la montaña, el hombre, después de practicar la meditación, percibirá al dios brillante, como la chispa escondida en la madera.
Como el aceite en las semillas, como la mantequilla en la nata, como el agua en los lechos secos de los ríos, como el fuego en la madera así el Ser puede ser descubierto dentro del ser, si el hombre le busca con verdad y practicando penitencias.
Si él busca el Ser que se encuentra en todas las cosas, como la mantequilla se encuentra en la leche, que sepa que sus raíces son el conocimiento del ser y la penitencia. Ese es el Brahma enseñado por el Upanishad.
¿Deberían ser considerados como la causa el tiempo, la naturaleza, la necesidad, la suerte o los elementos, o aquel que es llamado la persona (purusha, vigñanatma)? Tampoco puede ser su unión, porque no es independiente, y también el ser es impotente, porque, independientemente de él, existe una causa del bien y del mal.
Los sabios, dedicados a la meditación y a la concentración, han visto el poder perteneciente a Dios mismo, escondido en sus propias cualidades (guna). El, siendo uno, supervisa todas esas causas, el tiempo, el ser y el resto.
Meditamos en él que como una rueda tiene una piña con tres llantas, dieciséis puntas, cincuenta radios, con veinte contrarradios, y seis grupos de ocho; cuya cuerda única es múltiple, que sigue su curso en tres diferentes caminos, y cuya ilusión proviene de dos causas.
Meditamos en el río que contiene aguas de los cinco arroyos, las cuales son bravías y tortuosas con sus cinco manantiales, cuyas olas son las cinco respiraciones vitales, cuyo nacimiento es la mente, y su curso los cinco tipos de percepciones. Tiene cinco remolinos, sus raudales (corrientes) son los cinco dolores; tiene cincuenta tipos de sufrimiento, y cinco ramas.
En esa vasta rueda de Brahma en la que todas las cosas viven y descansan, el pájaro revolotea por todas partes, mientras piensa que el ser (en él) es diferente del motor (el dios, el Señor). Cuando ha sido bendecido por él, entonces obtiene la inmortalidad.
Pero lo que es alabado (en los Upanishads) es el Brahma Supremo, y en él se encuentra la Tríada. El Brahma Supremo es el sostén incólume, es imperecedero. Los estudiantes de Brahma, cuando han conocido lo que existe dentro de este mundo, se convierten en devotos y se funden en Brahma, libres del nacimiento.
El Señor (Isa) sostiene todo esto al mismo tiempo, lo perecedero y lo imperecedero, lo desarrollado y lo sin desarrollar. El ser vivo, no siendo un Señor, se encuentra atado, porque tiene que disfrutar de los frutos de sus acciones; pero cuando él ha conocido al dios (deva), es liberado de todas las ataduras.
Existen dos, uno que conoce (isvara), y el otro que no conoce (giva); ambos sin nacimiento, uno fuerte, el otro débil; existe ella, la no nacida, a través de la cual cada hombre recibe la recompensa de sus acciones; y existe el Ser infinito que aparece bajo todas las formas, pero el mismo es inactivo. Cuando un hombre encuentra estos tres, eso es Brahma.
Eso que es perecedero es el Pradhana (el primero), el inmortal e imperecedero es Hara. El único dios gobierna lo perecedero (el pradhana) y el ser vivo. El meditar en él, el hacerse uno con él trae consigo al final el cese de toda la ilusión.
Cuando ese dios es conocido, se caen todas las cadenas, los sufrimientos son destruidos y el nacimiento y la muerte cesan. De la meditación en él surge, al disolverse el cuerpo, el tercer estado, el del señorío universal; pero únicamente aquel que está solo está satisfecho.
Esto, que descansa eternamente dentro del ser, debe ser conocido; y nada aparte de esto tiene que ser conocido. Conociendo al que disfruta, al disfrutado y al gobernante, todo ha sido declarado triple, y éste es Brahma.
Del mismo modo que la forma del fuego, aunque existe en la maleza, no puede ser vista, ni su semilla puede ser destruida, sino que tiene que ser capturada por medio del palo y de la maleza, así es en ambos casos, y el Ser tiene que ser capturado en el cuerpo por medio del pranava (la sílaba Om).
Haciendo de este cuerpo la maleza de la sílaba Om la madera de lo alto de la montaña, el hombre, después de practicar la meditación, percibirá al dios brillante, como la chispa escondida en la madera.
Como el aceite en las semillas, como la mantequilla en la nata, como el agua en los lechos secos de los ríos, como el fuego en la madera así el Ser puede ser descubierto dentro del ser, si el hombre le busca con verdad y practicando penitencias.
Si él busca el Ser que se encuentra en todas las cosas, como la mantequilla se encuentra en la leche, que sepa que sus raíces son el conocimiento del ser y la penitencia. Ese es el Brahma enseñado por el Upanishad.
SEGUNDO ADYHAYA
Savitri (el sol), habiendo primero recogido su mente y expandido sus pensamientos, dio forma a Agni (fuego), cuando él había descubierto su luz, por encima de la tierra.
Con las mentes recogidas estamos a disposición del divino Savitri, de forma que así podamos ser bendecidos.
Que Savitri, después de haber alcanzado con su mente a los dioses al elevarse éstos hacia el cielo, y después de haber llegado con sus pensamientos hasta el cielo, conceda a estos dioses el don de hacer brillar una gran luz.
Los sabios del gran sabio recogen su mente y sus pensamientos. Sólo aquel que conoce la ley (Savitri) ha dispuesto las invocaciones; grande es la gloria del divino Savitri.
Tu vieja oración tiene que unirse a las alabanzas. ¡Que mi canto surja como un camino hacia el Sol! Que escuchen todos los hijos del Inmortal, aquellos que han alcanzado sus moradas celestiales.
Donde se frota el fuego, donde el viento es controlado, donde fluye el Soma, allí nace la mente.
Amemos al antiguo Brahma por la gracia de Savitri; si haces de ese lugar tu morada, el camino no te dañará.
Si un hombre sabio mantiene su cuerpo con sus tres partes rectas (pecho, cuello y cabeza), y dirige sus sentidos junto con la mente hacia el corazón, entonces en el barco de Brahma cruzará todos los torrentes que provocan el miedo.
Que aquel que ha controlado todos los movimientos, reduciendo sus respiraciones, respire suavemente por la nariz. Que el hombre sabio controle su mente sin desfallecer, ese carro conducido por caballos perversos.
Que realice sus ejercicios en un lugar llano, puro, sin piedras, fuego o polvo, delicioso por sus sonidos, su agua y sus paisajes, no desagradable a la vista, y lleno de refugios y cuevas.
Cuando se practica el Yoga, las formas que se perciben primero, produciendo apariciones en Brahma, son: niebla, humo, el sol, el fuego, luciérnagas, relámpagos y la luna.
Cuando, así como la tierra, el agua, la luz, el calor, el éter surgen, la cualidad quíntuple del Yoga tiene lugar, y entonces ya no hay más enfermedad, vejez o dolor para aquel que ha obtenido un cuerpo, producido por el fuego del Yoga.
Los primeros resultados del Yoga son: ligereza, salud, firmeza, buen color, una fácil pronunciación, un olor dulce y una excreción ligera.
Del mismo modo que un disco de metal (espejo), manchado por el polvo, brilla de nuevo después de haberse limpiado, así también se encuentra una persona satisfecha y libre del dolor cuando ha visto la verdadera naturaleza del ser.
Y cuando por medio de la verdadera naturaleza de su ser ve, como por una lámpara, la verdadera naturaleza de Brahma, entonces habiendo conocido al dios no nacido, eterno que está más allá de todas las naturalezas, se encuentra libre de todas las ataduras.
En verdad él es el dios que habita todas las regiones: él es el primer nacido (como Hiranyagarbha), y él se encuentra en el vientre. El ha nacido y nacerá. Se encuentra detrás de todas las personas, mirando a todas partes.
Al dios que se halla en el fuego, al dios que se halla en el agua, al dios que ha formado parte de todo el mundo, al dios que se halla en las plantas, al dios que se halla en los árboles, ¡adoración a ese dios, adoración!
TERCER ADHYAYA
El trampero gobierna él solo por sus poderes, gobierna todos los mundos por sus poderes, es siempre el mismo, mientras las cosas nacen y existen, aquellos que conocen esto son inmortales.
Como hay solamente un Rudra, no permiten un segundo que gobierne todos los mundos por sus poderes. Se encuentra detrás de todas las personas, y después de haber creado todo los mundos él, el protector, los trae hacia sí al final de los tiempos.
Ese único dios, teniendo sus ojos, su cara, sus brazos y su pies en todas partes, al producir el cielo y la tierra, los forja juntos con sus brazos y sus alas.
El, creador y sostén de los dioses, Rudra, el gran Sabio, el señor de todas las cosas, el que anteriormente dio a luz a Hiranyagarbha, que pueda dotarnos de buenos pensamientos.
¡Oh Rudra, morador de las montañas, muéstranos tu bienaventurada forma que es propicia, no terrible, y que no revela ningún mal!
¡Oh Señor de las alturas, haz que sea propicia esa flecha que tú, morador de las montañas, sujetas en tu mano para disparar! ¡No hagas daño a ningún hombre ni a ninguna bestia!
Aquellos que más allá de esto conocen al Brahma Supremo, al inmenso escondido en los cuerpos de todas las criaturas, que envuelve él solo, como el Señor, a todas las cosas, se vuelven inmortales.
Conozco a esa persona grandiosa (purusha) de resplandeciente rostro más allá de la oscuridad. El hombre que de verdad le conoce, sobrepasa la muerte; no hay ningún otro camino que andar.
Todo este universo está lleno de esta persona (purusha), y no hay nadie superior a ella; para ella no hay nadie diferente, nada es más grande o más pequeño, está solo, fijo como un árbol en el cielo.
Aquello que está más allá de este mundo no tiene forma y desconoce el sufrimiento. Aquellos que lo conocen, se vuelven inmortales, pero los demás en verdad sufren dolor.
Ese Bhagavat existe en las caras, en las cabezas, en los cuellos de todos, él vive en la cueva del corazón de todos los seres, él lo llena todo, por lo tanto él es el onmipresente Shiva.
Esa persona (purusha) es el gran señor; él es el motor de la existencia, él posee el poder más puro de llegar a todas las cosas, él es luz, él no conoce la destrucción.
La persona (purusha), no mayor que un pulgar, que siempre vive dentro en el corazón del hombre, es percibida por el corazón, el pensamiento y la mente; aquellos que lo conocen se vuelven inmortales.
La persona (purusha) con mil cabezas, mil ojos, mil pies, habiendo rodeado la tierra por todos los lados, se extiende más allá de ella por diez dedos de anchura.
Sólo esa persona (purusha) es todo esto, lo que ha sido y lo que será; él también es el Señor de la inmortalidad; él es todo lo que crece por la comida.
Sus manos y pies están en todas partes, sus ojos y cabeza están en todas partes, sus oídos están en todas partes, lo abarca todo en el mundo.
Separado de todos los sentidos, y sin embargo reflejando las cualidades de todos los sentidos, es el Señor y gobernador de todo, es el mayor refugio para todos.
El espíritu encarnado dentro de la ciudad de nueve puertas, el pájaro que revolotea hacía afuera, el gobernador de todo el mundo, de todo lo que descansa y de todo lo que se mueve.
Agarra sin manos, corre sin pies, ve sin ojos, oye sin oídos. El conoce todo lo que puede ser conocido, pero nadie le conoce a. él; le llaman el primero, el grande (purusha).
El Ser, más pequeño que lo pequeño, más grande que lo grande, se encuentra en el corazón de la criatura. El hombre que ha dejado todo sufrimiento tras de sí, contempla la majestad, al Señor, el impasible, por la Gracia del creador (el Señor).
Sé que este ser de todas las cosas, indestructible y ancestral es infinito y omnipresente. Declaran que en él cesa todo el nacimiento, ya que los estudiosos de Brahma proclaman que él es eterno.
CUARTO ADHYAYA
El, el sol, sin ningún color, que con un propósito determinado por medio de su poder (sakti) produce colores sin fin, en el que todo esto se junta en el principio y se hace pedazos al final, que él, el dios, nos conceda buenos pensamientos.
En verdad ese Ser es Agni (el fuego), el Aditya (el sol), es Vayu (el viento), es Kandramas (la luna); del mismo modo también es el firmamento estrellado, es Brahma (Hiranyagarbha), es el agua, es Pragapati (Virag).
Eres mujer, eres hombre; eres joven, eres doncella; tú, como un hombre anciano que se tambalea sobre su bastón, has nacido con tu cara mirando hacia todas partes.
Eres la abeja de color azul oscuro, eres el toro verde de ojos rojos, eres la nube tormentosa, las estaciones, los mares. No tienes principio porque eres infinito. Tú del que surgen todos los mundos.
Hay un ser que no ha conocido el nacimiento (hembra), roja, blanca y negra, uniforme pero produciendo mucha descendencia. Hay un ser que no ha conocido el nacimiento (varón) que la ama y yace a su lado; hay otro que la abandona, mientras ella está comiendo lo que tiene que ser comido.
Dos pájaros, amigos inseparables, se sujetan al mismo árbol. Uno de ellos come el fruto dulce, el otro contempla sin comer.
En el mismo árbol está el hombre afligido, y confuso por su propia impotencia (an-isa). Pero cuando ve al otro señor (isa) contento, y conoce su gloria, entonces desaparece su aflicción.
Aquel que no conoce ese ser indestructible del Rig-veda, ese Supremo Ser como el éter donde moran todos los dioses, ¿de qué le sirve el Rig-veda? Sólo aquellos que lo conocen, descansan satisfechos.
Eso de donde el hacedor (mayin) exhala todo esto -los versos sagrados, las ofrendas, los sacrificios, las panaceas, el pasado, el futuro y todo lo que declaran los Vedas- en eso el otro queda atado a través de esa maya.
Conoce que Prakriti (naturaleza) es Maya (ilusión) y el gran Señor el Mayin (hacedor); todo el mundo está lleno de sus miembros. ll. Si un hombre le ha reconocido, a aquel que siendo uno, gobierna todas las causas, en quien todo esto se une y en quien todo se destruye de nuevo, aquel que es el Señor, el que otorga las bendiciones, el dios adorable, entonces mora para siempre en esa paz.
El, el creador y sostenedor de los dioses, Rudra, el gran sabio, el señor de todos, que vio nacer a Hiranyagarbha, que nos conceda buenos pensamientos.
El que es el soberano de los dioses, él en quien descansan todos los mundos, él, que gobierna a todos los seres de dos y cuatro piernas, a ese dios, hagamos sacrificios y oblación.
El que ha conocido a aquel que es más sutil que lo sutil, que en medio del caos crea todas las cosas, que tiene múltiples formas, que sólo él lo abarca todo, el dichoso (Shiva), mora para siempre en la paz.
También en eras anteriores fue el guardián de este mundo, el Señor de todos, escondido dentro de todos los seres. En él se unen los Brahmarshis y las deidades, y aquel que le conoce se deshace de las ataduras de la muerte.
Aquel que descubre que Shiva (el bendito) se encuentra escondido en el corazón de todos los seres, como la sutil capa que se origina de la mantequilla purificada, abarcando él solo todas las cosas, él conoce al dios, y se encuentra libre de todas las ataduras.
Ese dios, el hacedor de todas las cosas, el Ser Supremo, que siempre se encuentra en el corazón del hombre, es percibido por el corazón, el alma y la mente; aquellos que le conocen se vuelven inmortales.
Cuando aparece la luz, no hay ni noche, ni día, ni existencia ni no-existencia; sólo Shiva (el bendito) se encuentra ahí. Esa es la luz adorable y eterna de Savitri, y de ahí proviene la antigua sabiduría.
Nadie le ha capturado por encima, o a través, o en el medio. No existe ninguna imagen de aquel cuyo nombre es Gran Gloria.
Su forma no puede ser vista, nadie le percibe con estos ojos. Aquellos que conocen a través del corazón y de la mente que él se encuentra en el corazón, se vuelven inmortales.
"No has conocido el nacimiento", con estas palabras alguien se acerca a él temblando. ¡Oh Rudra, que tu benigno rostro me proteja para siempre!
¡Oh Rudra! ¡No causes daño a nuestra descendencia, ni a nuestra propia vida, ni a nuestras vacas, ni a nuestros caballos! No mates a nuestros hombres en tu ira, pues, haciendo oblaciones, siempre te invocamos.
QUINTO ADHYAYA
En el Supremo Brahma imperecedero e infinito, donde se encuentran escondidos los dos, el conocimiento y la ignorancia, el uno, la ignorancia, perece, el otro, el conocimiento, es inmortal; mas aquel que controla ambos, el conocimiento y la ignorancia, es otro.
Es aquel que, siendo solamente uno, gobierna todas las causas, todas las formas, todos los gérmenes; es aquel que en el principio da a luz en sus pensamientos al hijo sabio, el apasionado, a quien desea contemplar mientras nace.
En ese campo en el que el dios, después de desplegar una red de seres detrás de otra en diversas formas, lo replega todo de nuevo, el Señor, el gran Ser, habiendo también creado a los señores, así mantiene su señorío sobre todas las cosas.
Así como el carro del sol brilla, iluminando todas las regiones, por encima, por abajo, y a través, así ese dios, el santo, el adorable, siendo uno, rige sobre todo aquello que tiene la naturaleza de un germen.
El, siendo uno, gobierna a todos y a todas las cosas, de modo que el germen universal madura su naturaleza, diversifica todas las naturalezas que pueden madurar y determina todas las cualidades.
Brahma (Hiranyagarbha) conoce esto, que se halla oculto en los Upanishads, que se encuentra escondido en los Vedas como el germen de Brahma. Los antiguos dioses y poetas que lo conocieron se convirtieron en ello y se hicieron inmortales.
Pero aquel que es dotado de cualidades y realiza acciones para conseguir frutos, y disfruta del premio de cualquier cosa que haya hecho, migra por sus propias acciones a través del señor de la vida, y tomando todas las formas, es conducido por los tres Gunas por los tres caminos.
También ese ser inferior, no mayor que un pulgar, pero brillante como el Sol, que está dotado de personalidades y pensamientos, con la cualidad de mente y la cualidad de cuerpo, se ve incluso tan pequeño como la punta de un aguijón.
Ese alma viviente se dice que es parte de la centésima parte de la punta de un pelo, dividida cien veces, y sin embargo es infinita.
No es una mujer, ni un hombre, ni es neutro; cualquier cuerpo que toma, sólo con él se une.
Por medio de los pensamientos, del tacto, de la vista y de las pasiones, el Ser encarnado asume sucesivamente en diversos lugares diversas formas, de acuerdo con sus acciones, del mismo modo que el cuerpo crece cuando se le da comida y agua.
Ese Ser encarnado, según sus propias cualidades, asume muchas formas, burdas o sutiles, y habiendo él mismo causado su unión con ellas, se le ve como uno y otro, a través de las cualidades de sus actos, y a través de las cualidades de su cuerpo.
Quien conoce a aquel que no tiene principio ni fin, en medio del caos, creando todas las cosas, con múltiples formas, envolviendo él solo todas las cosas, está libre de todas las ataduras.
Aquellos que conocen a aquel que puede ser percibido por la mente, que no puede decir que sea el cuerpo, que crea la existencia y la no-existencia, el ser feliz (Shiva), que también crea los elementos, han abandonado el cuerpo.
SEXTO ADHYAYA
Algunos hombres sabios, engañados, hablan unos de la Naturaleza, y otros del tiempo (como la causa de todas las cosas); pero es por la grandeza de Dios por la que gira esta rueda de Brahma.
Es el mandato de aquel que siempre cubre este mundo, el conocedor, el destructor del tiempo, que asume las cualidades de todos los conocimientos, es a su mandato que esta creación se despliega, que es denominada tierra, agua, fuego, aire y éter;
aquel que después de haber realizado esa acción y descansado de nuevo, y después de haber unido la esencia (el ser) con la materia, con uno, dos, tres u ocho, también con el tiempo y las cualidades sutiles de la mente
que, después de comenzar las acciones dotadas de las tres cualidades, puede regir todas las cosas, sin embargo, cuando en la ausencia de todas éstas, él ha causado la destrucción de lo realizado, continúa existiendo, siendo en verdad diferente de lo que ha producido. 5 . El es el principio, el que produce las causas que unen (el alma con el cuerpo), y, estando por encima de las tres clases de tiempo (pasado, presente y futuro), se le ve como si no tuviera parte, después de adorar primero a ese dios adorable, de múltiples formas, la verdadera fuente de todas las cosas, como el morador de nuestra propia mente.
El está más allá de todas las formas de los tres (del mundo) y del tiempo, él es el otro, con el cual este mundo gira, cuando uno ha descubierto que aquel que trae el bien y aparta el mal, el señor de la felicidad, mora dentro del ser, el inmortal, el apoyo de todos.
Conozcamos al supremo Señor de los señores, la más alta deidad de las deidades, el maestro de los maestros, el más alto, el dios, el señor del mundo, el adorable.
No hay ningún efecto y ninguna causa que le descubran, nadie puede igualársele o mejorarle; su alto poder es revelado como múltiple, como inherente, actuando como fuerza y conocimiento.
El no tiene ningún maestro en el mundo, ni nadie le gobierna, y ni siquiera existe indicio para descubrir quién es. El es la causa, el señor de los señores de los órganos, de los sentidos, y no tiene padre ni señor.
Ese único dios que espontáneamente se encubrió a sí mismo, como una araña, tejiendo hilos desde la primera causa (prachana), nos permite entrar en Brahma.
El es el único Dios, escondido en todos los seres, el que todo lo penetra, el ser dentro de todos los seres, que gobierna todas las acciones, que mora en todas las criaturas, testigo, el observador, el único libre de las cualidades.
El es el único que gobierna a muchos que parece que actúan, pero que en realidad no actúan; él multiplica la única semilla. Los sabios que le perciben dentro de su ser, a ellos pertenece la felicidad eterna, no a otros.
El es el eterno entre los eternos, el pensador entre los pensadores; que, siendo uno, cumple los deseos de muchos. El que ha conocido esa causa que debe ser aprendida por (la filosofía) Sankh y el Yoga (disciplina religiosa), se encuentra libre de todas las ataduras.
Allí no brilla el sol, ni la luna y las estrellas, ni estos relámpagos, ni mucho menos este fuego. Cuando él brilla, todo brilla tras él; por su luz todo es iluminado.
El es el único pájaro en medio del mundo; él también es como el fuego del sol que se ha puesto en el océano. Aquel hombre que verdaderamente le conoce, sobrepasa la muerte; no hay ningún otro camino adonde ir.
El crea a todos, él conoce a todos, existente por sí mismo, el conocedor, el destructor del tiempo, que asume cualidades y conoce todo, el maestro de la naturaleza y del hombre, el señor de las tres cualidades (gunas), la causa del apego, de la existencia y la liberación del mundo.
Aquel que ha llegado a ser eso, él es el inmortal, y perdura como el señor, el conocedor, el eterno guardián de este mundo, que siempre gobierna este mundo, porque ningún otro es capaz de hacerlo.
Buscando libertad, me refugio en ese Dios que es la luz de sus propios pensamientos, aquel que primero crea a Brahma y le entrega los Vedas;
aquel que no tiene partes, que no realiza acciones, tranquilo, sin culpa, sin mancha, el puente más elevado hacia la inmortalidad como un fuego que ha consumido su combustible.
Solamente cuando los hombres enrollen el firmamento como un cuerpo, el sufrimiento llegará a su fin, a no ser que primero Dios sea conocido.
A través del poder de sus penitencias y por la gracia de Dios el sabio Svetasvatara ha proclamado en verdad a Brahma como el supremo y más santo a los mejores de los ascéticos, como fue aprobado por la compañía de los Rishis.
Este misterio supremo del Vedanta, comunicado en la edad anterior, no deberá ser transmitido a aquel cuyas pasiones no han sido controladas, ni a aquel que no es un hijo, ni un discípulo.
Si estas verdades han sido comunicadas a un hombre que siente una devoción suprema por Dios, y por su Guru como por Dios, entonces irradiarán, en verdad, resplandecerán.
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